El diezmo, establecido como mandamiento en la ley de Moisés, se ha convertido en un acto voluntario de fe y obediencia en la iglesia del Señor Jesucristo.
Israel era un pueblo que menospreciaba el nombre del señor, su altar, su mesa y aun de su justicia, dudando en sus corazones que no valía la pena servir y obedecer al Dios Justo, era de esperar que los israelitas no le diesen del fruto de sus recursos materiales ni de los frutos de sus cosechas.