Mateo 5:3:16.
Jesús pronuncia las bienaventuranzas para corregir las ilusiones de sus seguidores con respecto a la naturaleza de su reino.
Echa un balde de agua fría sobre las expectativas carnales alentadas por los judíos.
Ellos aguardan un reino material, establecido por medio de la victoria sobre sus enemigos. Piensan que serán exaltados y que disfrutaran de gran prosperidad y gloria.
Cristo señala que los súbditos del reino no serán los poderosos, los pudientes, los autosuficientes, ni los que tienen el aplauso del mundo, sino mas bien los humildes, los acongojados, los pasivos, los que reconcilian a los que pelean y los perseguidos por causa de Cristo.
¿Cuáles son las características de los súbditos que Dios quiere en su reino?
- Son pobres en espíritu.
- Mateo no se refiere a la pobreza material.
- Los pobres en espíritu reconocen su profunda necesidad espiritual.
- Se dan cuenta que les falta la justicia que agrada a Dios.
- Se dan cuenta que carecen de los recursos que llevan a una vida santa.
- Lo contrario a esta actitud lo demuestra lo expresado por Laodicea (Ap. 3:17)
- La pobreza de espíritu nos conduce a buscar el amor y el perdón de Dios.
Es imprescindible tener este espíritu para entrar en el reino de Dios y disfrutar sus riquezas espirituales. Por eso, las bienaventuranza de los súbditos comienza con esta actitud.
- Los súbditos del reino lloran. El Señor no nos indica el motivo de ese llanto que produce bendición y felicidad, pero es probable que sea lo siguiente.
- La conciencia de nuestra propia indignidad y de nuestro pecado.
- Las penas y los sufrimientos de los demás.
- El estado de perdición en el que se halla el mundo.
- Las pérdidas, desilusiones y padecimientos que experimentan los que lloran.
Los súbditos abren su alma apenada a Dios y el los consuela en esta vida. En el porvenir “enjugara Dios toda lagrima de ellos” (Apocalipsis 21:4)
- Son mansos.
En el castellano, el término “manso” corresponde al animal dócil que se somete al control humano.
- Se refiere a un espíritu suave que no reacciona mal ante las ofensas de los demás.
- Es todo lo contrario a un espíritu violento, impaciente, orgulloso, y vengativo.
- Pablo lo describe así; “No se irrita, no guarda rencor… todo lo soporta” (1 Corintios 13:5,7)
Los súbditos del Rey saben que Dios odia la injusticia. Por tanto se encomiendan a un Creador fiel y toman represalias. Se dan cuenta de que no reciben ahora la tierra por heredad, pero si la recibirán cuando los reinos del mundo “hayan venido a ser de nuestro Señor.
- Tienen hambre y sed de justicia.
- Desean el triunfo total de Dios sobre la injusticia y la maldad.
- Desean la conformidad de sus vidas a la voluntad divina.
- Lamentan la violencia, la corrupción y el pecado que hay en la sociedad
La persona justificada por la fe es la que pone por obra en su vida la justicia práctica que agrada a Dios. Por tanto, es Dios quien satisface el anhelo del creyente.
- Son misericordiosos.
- El Señor les promete el reino a los pobres en espíritu, a los que lloran, a los mansos y a los que anhelan apasionadamente la justicia.
- Estas son las actitudes que lleva al creyente a un conocimiento profundo del amor de Dios y los moldea a semejanza suya.
- Por eso no es de extrañarse que el creyente refleje el espíritu de su Creador en la misericordia hacia su prójimo.
- Perdonan a los que hacen injusticias, pues ellos son constantemente perdonados por Dios.
Los misericordiosos son los que alivian las necesidades del menospreciado y curan sus heridas.
- Tienen limpio el corazón.
- Se refiere al estado en que se encuentra nuestra conducta moral.
- Jesús nos enseña que del corazón proceden las malas intenciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los falsos testimonios y las injurias para contaminar a todo hombre (Mat 15:18-19)
- Un corazón limpio produce buenos pensamientos, amor y buenas obras.
Tenemos que orar como David: “Crea en mí, Oh Dios, un corazón limpio” (Salmo 51:10). Entonces, nos será posible observar con los ojos espirituales a Dios, y algún día, ver en el cielo el rostro de Dios en toda su hermosura.
- Son pacificadores.
- Es muy fácil sembrar el descontento contra otros, el odio, la división, y el rencor, pero es difícil reconciliar a los que pelean.
- Cristo nos enseña a no ser contenciosos.
- Bienaventurados los que apagan el odio y ponen paz entre contendientes.
- Dichosos los que reconcilian a los hombres con Dios, predicando el evangelio.
- Serán reconocidos como siervos de Dios, aun por los inconversos.
- No dejan de anunciar las buenas nuevas aunque sean perseguidos.
- El creyente predica un mensaje que el mundo querría silenciar, porque despierta la conciencia del mundano.
- Las persecuciones en los creyentes no deben causar tristeza, ni ira.
- Tienen que ser motivo de alegría. (2 Timoteo 2:12)
- Las persecuciones demuestran que los creyentes son sucesores de los profetas, muchos de los cuales murieron por su valiente predicación.
La civilización ha suavizado la manera de perseguir a los hijos del reino, pero todavía existe en el corazón no regenerado “El odio natural de la mentira contra la verdad, de la mundanalidad contra la piedad, del mal contra el bien”
No hay otra manera en que nos podamos convertir en verdaderos súbditos del reino celestial, no hay atajos que podamos tomar, no hay otras opciones que podamos considerar, la única opción es convenir con Dios y seguir sus reglas para entrar en su magnífico reino.